jueves, 4 de marzo de 2010

6. ANTECEDENTES: SANTIAGO EL MAYOR


Santiago era hijo del Zebedeo y de Salomé y hermano de Juan el Evangelista. Se suele señalar que la familia del Zebedeo estaba emparentada con la Sagrada Familia, a juzgar por la familiaridad con que Salomé pide a Jesús puestos de privilegio para sus dos hijos. El oficio familiar era la pesca, tarea en la que estaban asociados a los hermanos Simón (San Pedro) y Andrés. De este grupo de pescadores Jesús eligió a sus cuatro primeros discípulos: Pedro, Andrés, Santiago y Juan. Santiago se nos muestra como un hombre de carácter vehemente, apasionado e impulsivo. Es frecuente encontrar referencias a esta impetuosidad, bien definida en su conversación con Jesús demandándole un puesto de privilegio en el reino de los cielos o cuando le reclama que castigue con fuego a los samaritanos hostiles. El ardor del hijo del Zebedeo es merecedor de fuertes reprimendas por parte de Cristo, que le pone de sobrenombre Bonaerge, "Hijo del trueno". Santiago el Mayor, tras la crucifixión de Jesús, totalmente identificado con su doctrina, se convirtió en el principal animador de creyentes en la comunidad de Jerusalén, admirado por el fervor y la sinceridad de sus palabras. En aquella época se desarrollaba el transporte de minerales como el estaño, oro, hierro o cobre desde Galicia a las costas de Palestina y en el regreso se traían piezas de adorno, placas de mármol e incluso especias y productos que cargaban en Alejandría y otros puertos más orientales, de gran estima comercial. Se cree que el Apostol realizaría el viaje desde Palestina a España en alguna de estas naves, desembarcando en la costa de Andalucía, tierra en la que comenzó su predicación. Es en el Breviario de los Apóstoles (finales del siglo VI) en donde se atribuye por primera vez a Santiago la predicación en Hispania y en las regiones occidentales así como su enterramiento en Arca Marmárica convirtiéndose en instrumento extraordinario de difusión de la tradición apostólica. Posteriormente, ya en la segunda mitad del siglo VII, un erudito monje inglés llamado Beda el Venerable, constata de nuevo este hecho en su obra, y concreta, sorprendentemente, la localización exacta del cuerpo del Apóstol en Galicia. El regreso a Tierra Santa, sería por la vía romana de Lugo para cruzar la Península, pasando por Astorga y Zaragoza, en donde, abatido, Santiago recibe el consuelo y el aliento de la Virgen, que se le apareció según la tradición a orillas del río Ebro sobre un pilar romano de cuarzo, indicándole que construyera una iglesia en aquel lugar (Zaragoza). Ya en Palestina, Santiago es parte del conjunto básico de la Iglesia Primitiva de Jerusalén, con el grupo de los "Doce", desempeñando un papel relevante dentro de la comunidad cristiana de la Ciudad Santa. En un clima de gran inquietud religiosa, donde aumenta cada día el deseo de erradicar el incipiente cristianismo, tenemos noticia sobre como se había prohibido a los apóstoles que predicasen, pero Santiago, desestimando tal limitación, anunciaba su mensaje evangelizador a todo el pueblo, entrando en las sinagogas y argumentando todo lo anunciado por los profetas. Su gran locuacidad, su capacidad dialéctica y el atractivo de su propia personalidad lo sitúan como uno de los apóstoles más seguidos en su misión evangelizadora. Herodes Agripa, rey de Judea, para silenciar las protestas de las autoridades religiosas, complacer a los judíos y dar un escarmiento a la comunidad cristiana, lo escoge como figura representativa y lo condena a muerte por decapitación. Es de este modo, el primer mártir del colegio apostólico. Según la tradición, el encargado de conducir a Santiago al suplicio, el escriba Josías, presencia como aquél es capaz de sanar a un paralítico que lo llama. Josías, movido por el arrepentimiento, se convierte al cristianismo, suplicando el perdón del Apóstol. Santiago pide como "Última gracia" un recipiente con agua y lo bautiza. Ambos son degollados en torno al año 44.

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